El nuevo ministro de Salud, Mario Lugones, anunció el cierre total del Hospital Laura Bonaparte, el único efector público del país especializado en salud mental y tratamientos de adicciones. Con la medida se informó el despido de 700 trabajadores de la salud y hubo asamblea en la puerta de la institución.
El Hospital Laura Bonaparte lo comenzó a planificar Nicolás Avellaneda como Hospital Militar en 1875 pero recién en 1884, durante el mandato de Julio A. Roca comenzó su construcción y se terminó inaugurando en 1889 en la gestión de Juárez Celman. Una institución emblema del liberalismo que sentó los cimientos de la República.
En 1973 el edificio se recupera tras un tiempo abandonado y se reinaugura como Centro Nacional de Reeducación Social (CENARESO), especializado en salud mental, el único público de su tipo en el país. En 2016 se lo rebautizó como Laura Bonaparte, psicóloga y madre de Plaza de Mayo.
Lo cierto es que a pesar de su historia y en medio del aumento a nivel mundial del consumo de drogas, el gobierno libertario decidió cerrar el Hospital y echar a sus trabajadores, muchos de ellos, profesionales especializados en rehabilitación de adicciones.
Es que el problema del consumo de drogas se extiende en todo el mundo. Estados Unidos atraviesa una crisis profunda por la adicción al fentanilo que destruye el sistema neurológico.
En Argentina, el consumo de drogas ilegales como cocaína va en aumento y en los barrios más humildes creció el uso de derivados más baratos pero que impactan de forma más agresiva en la salud mental de los adictos.
En ese contexto, el gobierno decidió cerrar el único hospital público que atendía las adicciones en particular y la salud mental en general que, después de la pandemia, las afectaciones psicológicas también se han incrementado notablemente.