En la apertura del juicio a un padre y a su expareja por torturar a sus tres hijos en Río Gallegos, Santa Cruz, el acusado se despegó de las acusaciones. “Nunca les pegué, se daban cintazos entre ellos”, dijo.
David F. y Roxana V. (ambos tenían 33 años al momento de los hechos, en 2021) se sentaron por primera vez en el banquillo de los acusados frente a la Cámara Oral.
La declaración del padre de los nenes torturados: “Quizás ellos se confundieron”
“Mis hijos se golpeaban entre ellos. Además, hacían deportes y siempre tenían lesiones”, fue la versión del acusado frente al tribunal compuesto por el juez Joaquín Cabral -presidente del tribunal-, Francisco Marinkovic y Eduardo López.
El hombre, que al igual que su expareja afronta una condena de entre 8 y 20 años por “lesiones graves calificadas por ensañamiento y alevosía, amenazas y reducción a la servidumbre”, aseguró: ”Nunca les pegué. Nunca les hice nada y tampoco vi nada”.
David F. acusó a la madre biológica y a la pareja de esta por el infierno que vivieron sus tres hijos, que quedó acreditado en los testimonios en cámara Gesell y los exámenes médicos que arrojaron graves lesiones. “Quizás ellos se confundieron”, dijo el imputado en relación con que, previo a la convivencia con él y Roxana V., los menores habían abandonado la casa de su mamá biológica por haber sufrido violencia por parte del padrastro.
El juicio continuará con la declaración del mayor de los hermanos, que hoy tiene 16 años. Luego empezarán a desfilar los testigos convocados por las partes. El proceso podría prolongarse hasta el viernes.
Roxana V. optó por el silencio y mantuvo la versión que había brindado durante la etapa de investigación, similar a la que reprodujo su expareja este miércoles.
La ‘casa del horror’
El juicio involucra a un padre y a su expareja por torturar a sus tres hijos -dos varones y una nena de entre 10 y 13 años cuando el caso salió a la luz-, a quienes golpeaban, encerraban y obligaban a comer excremento y vómito.
Todo ocurrió en julio de 2021, en un departamento en la zona céntrica de la capital de Santa Cruz, y en el contexto de las medidas de aislamiento ante la pandemia de Covid-19. El caso se destapó cuando los dos varones -de 13 y 10 años- lograron escapar por una ventana del baño y corrieron a la comisaría.
Una vez allí, denunciaron los continuos maltratos: ante los policías, los chicos contaron que eran torturados, que los hacían comer caca y vómito, que los golpeaban con un caño y los tenían encerrados todo el día. El impulso que los había llevado a escaparse de la casa fue la rotura de una tablet y, ante esa situación, el riesgo de sufrir un castigo aún mayor.