Una multitud marchó al Congreso y en otros puntos del país para rechazar el veto que Javier Milei firmará contra la ley de financiamiento universitario. Cientos de miles de personas se congregaron bajo el lema «La educación pública no se toca».
«Soy primera generación de universitarios. Mi viejo no terminó el secundario y mi vieja la primaria. Es la única posibilidad de movilidad social», dice Malena, veterinaria de 26 años antes de salir hacia Plaza de los Dos Congresos.
Ella fue una de las miles de jóvenes y no tanto que llegaron hasta Plaza Houssay para marchar contra el ajuste universitario y contra el veto de Javier Milei. Esta vez los pañuelos fueron azules: ese fue el color elegido para representar a la educación pública.
El acto central fue en la Plaza de los Dos Congresos. Patricia Bullrich ordenó vallar el frente del parlamento, por eso la marcha quedó dividida en varias partes. El escenario estuvo sobre la plaza Belgrano, en la curva de la Avenida de Mayo.
Una enorme columna quedó detrás del escenario hacia 9 de Julio. Las calles laterales estuvieron llenas: Callao, Rodríguez Peña, Montevideo, Paraná y sus continuaciones del otro lado de Rivadavia también alojaron a las multitudes.
Partidos políticos y sindicatos tuvieron más presencia que en la manifestación de abril, pero también hubo muchos «sueltos» con carteles hechos a mano.
«Arriba el presupuesto, abajo el veto de Milei», «Cuando la tiranía es ley, la revolución es orden», se confundían con las banderas partidarias.
«Sin universidad pública solo estudiarán ellos. ¿Entendés por qué estamos acá», podía leerse en otra pancarta. «Papá albañil», «Mamá ama de casa», «Hija profesional universitaria», con sus respectivas flechas hacia abajo fue la composición que eligió una familia para reclamar mayor presupuesto.
Desde la organización llamaron a no entrar en las provocaciones de la policía y volver «a casa o al trabajo».
El final marcó un cambio respecto del folclore habitual de los actos: en lugar de juguetes perdidos de los Redonditos de Ricota, sonó «Fanático» de Lali Espósito, una de las artistas denostadas por Milei.
Horas antes, las diferentes facultades de la UBA se dieron cita en Plaza Houssay para marchar hacia el Congreso. Como si fuera otro país, los puestos de los artesanos ubicados frente a la Facultad de Ciencias Económicas seguían con sus actividades habituales mientras la Avenida Córdoba estallaba de gente.
A paso redoblado y encabezando la columna de Derecho, llegó Ricardo Gil Lavedra, titular del Colegio de la Abogacía y miembro del tribunal que juzgó a las juntas militares. «No me imagino una Argentina sin universidad pública. Es indispensable para que exista una sociedad más igualitaria», dijo. Gil Lavedra estudió en la UBA entre 1967 y 1972. «Siempre en la pública», resaltó.
Una foto de César Milstein, Bernardo Houssay y Federico Leloir con la leyenda «UBA Ciencias Médicas tres premios Nobel» precedió a la columna de Medicina. A pocos metros una persona portaba un cartel menos poético: «Milei paparulo, metete el veto en el culo», decía la frase que cosechó algunos aplausos.
«Es el lugar en donde pueden estudiar todos los que quieran, no importa de dónde vengan», opinó Agostina Genta, médica de 26 años. «Salud, educación y seguridad son indispensables para vivir en sociedad y Milei se está llevando puestas a las tres», dijo.
Más cerca del Congreso, Cristina saludó a los manifestantes desde el Instituto Patria y subió una proclama desde las redes. Horacio Rodríguez Larreta también se sumó a la protesta, al igual que Maximiliano Ferraro, el titular de la Coalción Cívica y Álvaro González, del PRO.