La vitamina C es un componente clave para el normal funcionamiento del organismo: además de ser vital para los procesos de curación, surge como un nutriente necesario para la formación de vasos sanguíneos, cartílagos, músculos y hasta colágeno en los huesos. De todas formas, el antioxidante suele aparecer como uno de los principales déficits en los exámenes clínicos generales, pese a que varios alimentos lo tienen como beneficio.
Las naranjas, por supuesto, son una de las fuentes más importantes del ácido ascórbico, pero hay otra fruta que supera con creces las cantidades: se trata de la acerola, proveniente de Centroamérica, que ofrece beneficios múltiples para la salud y que es muy poco conocida. De hecho, tiene una forma muy similar a la de la cereza y un sabor ácido característico, aunque es difícil encontrarla en nuestro país.
En base a un estudio llevado a cabo por la prestigiosa revista National Library of Medicine, el vegetal contiene una importante cantidad de fitonutrientes que ayudan a impulsar la actividad de antienvejecimiento de la piel. A su vez, le brinda al cutis un efecto blanqueador notorio y colabora con la capacidad de revertir los efectos de resistencia a varios medicamentos.
La acerola, una fuente clave para la vitamina C: por qué supera a la naranja y cómo se debe consumir
En principio, el producto caribeño posee entre 1500 y 4500 mg de vitamina C por cada 100 gramos, una cifra 20 veces mayor a la de las naranjas. Si bien su producción está enfocada en las naciones más cercanas al Ecuador, lo cierto es que muchos otros Estados reconocieron su potencial y optaron por exportarlo: un ejemplo claro es Brasil, que impuso un mercado agroindustrial para que sus propios ciudadanos puedan disfrutar de las propiedades de la acerola.
Los expertos advierten que la mejor manera de consumirla es entera, cuando ya está fresca. Aún así, también se acostumbra utilizar las hojas secas para preparar tés u otras infusiones, mientras que la pulpa se aprovecha para los jugos y mermeladas. Cabe destacar que, debido a que el cuerpo no es capaz de producir el ácido ascórbico por sí solo, depende de su dieta para adquirirlo.
De todos modos, la fruta no es solo rica en ese componente, sino que a su vez aporta hierro, calcio, fósforo, proteínas, grasas y vitaminas del tipo B. Para colmo, algunos de sus compuestos están implicados en la síntesis de productos químicos del cerebro, órgano destacado en el marco de la regulación del humor y el estado de ánimo: por ello, sirve para mantener un equilibrio emocional adecuado en épocas de crisis.
Esta fruta se puede ingerir antes y después de la actividad física, para potenciar la función inmunitaria del organismo. Últimamente, diversas marcas prefirieron convertirlo en un suplemento que viene en forma de polvo o hasta como extracto líquido: su siembra se propagó en estados norteamericanos como Texas y Nuevo México y su origen se remonta al sur de México, en la zona en la que comienza el mar de Antillas.
Si bien su color suele ser normalmente rojo, depende del grado de maduración: se la puede encontrar con un tono naranja o amarillento. El fruto en cuestión fue catalogado como Malpighia emarginata y su tamaño no llega a superar los 4 centímetros de diámetro. Por supuesto, no cuenta con una gran demanda en el mercado nacional, pero se están realizando pruebas de cultivo de la mano del INTA en Jujuy, Formosa y Misiones.