El 66% de los niños en Argentina viven en situación de pobreza, lo que compromete su desarrollo físico, emocional y cognitivo, según datos oficiales y organismos internacionales
El crecimiento y desarrollo de los niños en situación de pobreza está gravemente comprometido en Argentina. Según datos de UNICEF, el 66% de los menores de 18 años en el país vive en situación de pobreza, lo que impacta no solo en su salud física, sino también en su desarrollo cognitivo y emocional.
Hugo Ramos, co-director del Hospital Pediátrico, explica que el problema va más allá de la falta de ingresos. «La pobreza de ingresos limita la capacidad de la familia para satisfacer necesidades básicas como la alimentación, la salud o la nutrición», afirmó Ramos a N9. El costo de criar a un hijo supera ampliamente los ingresos promedio de una familia en situación de pobreza, lo que genera una cadena de problemas para el desarrollo de los más pequeños.
Falta de recursos y tiempo
El desarrollo infantil no solo depende de la alimentación y la salud, sino también de las interacciones entre los adultos y los niños. «La pobreza de tiempo recorta la frecuencia y calidad de las oportunidades de juego e interacción entre adultos y niños, que son esenciales para el aprendizaje en la primera infancia», señaló Ramos. Estas interacciones son clave para moldear la arquitectura cerebral en los primeros años de vida, un proceso irremplazable que está condicionado también por la calidad de la nutrición y la educación.
El doctor resaltó que los niños en situación de pobreza enfrentan problemas como la malnutrición, que se manifiesta en casos de desnutrición y obesidad, ambos efectos de una alimentación deficiente. «Cuando un niño no recibe los nutrientes adecuados, se compromete no solo su crecimiento físico, sino también su desarrollo cognitivo. La falta de oxígeno y nutrientes en el cerebro afecta su capacidad de aprendizaje y razonamiento», agregó Ramos.
El impacto a largo plazo
El panorama no es alentador. Las consecuencias de la pobreza en la infancia no solo son inmediatas, sino que repercuten en el futuro. «Estamos hablando de niños que, al llegar a la adultez, no tendrán las capacidades cognitivas adecuadas para desarrollarse plenamente. Esto no solo compromete su futuro personal, sino el de toda la sociedad», advirtió el pediatra.
El déficit en la alimentación y el desarrollo cognitivo también afecta la salud general de los niños. «Los huesos no tienen un buen desarrollo, los músculos son más débiles, y las defensas del cuerpo están comprometidas», explicó Ramos, subrayando que los problemas de salud generados en la infancia tendrán consecuencias permanentes en la vida adulta.
La carencia afectiva también juega un rol clave
Además de los problemas económicos y de salud, los niños en situación de pobreza suelen sufrir carencias afectivas, ya que muchos padres deben trabajar jornadas extensas o múltiples empleos para sostener a sus familias. «Si bien es positivo que los padres puedan trabajar para sostener el hogar, los niños también necesitan afecto y tiempo con sus progenitores. La ausencia de estas interacciones afecta su desarrollo emocional», comentó Ramos.
Por otro lado, el especialista hizo hincapié en que no todas las familias logran organizarse de manera efectiva. «El que tiene doble trabajo se organiza de alguna manera, pero hay familias que no lo logran y eso agrava la situación», señaló.
Una responsabilidad compartida
Ramos fue claro en que la solución a esta problemática no depende exclusivamente del Estado. «El gobierno tiene una gran responsabilidad, pero también la tenemos todos. Los maestros, los médicos, todos los que están en contacto con los niños deben involucrarse», reflexionó el pediatra.
Con un futuro complicado para las nuevas generaciones, el especialista subrayó la importancia de una mirada social amplia y multisectorial. «Es necesario que desde la política, la salud y la educación se articulen estrategias para mejorar el futuro de nuestros niños. Solo así podremos construir una provincia y un país donde queramos vivir», concluyó Ramos.
El desafío que representa la pobreza en la infancia no solo es alarmante, sino preocupante. Las cifras actuales y las proyecciones a futuro exigen un compromiso conjunto para garantizar un desarrollo saludable para los niños y un futuro prometedor para el país.