El reciente traspié del gobierno en la Legislatura del Chaco, con la no aprobación del crédito destinado a la mejora del sistema energético, resuena como un claro signo de las dificultades que enfrenta la gestión del Gobernador Zdero. En un contexto donde la funcionalidad de la red eléctrica es indispensable, Juntos por el Cambio no logró reunir los 22 votos necesarios para autorizar un endeudamiento que se había presentado como la solución a las advertencias sobre un inminente colapso energético, especialmente con la llegada del verano.
Con 293 días de gestión, el Gobernador ha intentado alcanzar un récord alarmante de prestamos, este nivel de endeudamiento, tan elevado en un período tan corto, plantea serias interrogantes sobre la sostenibilidad económica de la provincia. La falta de acción por parte de Zdero y su gabinete, ante las carencias en el sistema de servicios públicos, hace que la población chaqueña se enfrente a la realidad de cortes de luz de hasta 8 horas. Estos problemas no son atribuidos a la oposición; más bien, son el resultado de una grave falta de ineficacia por parte de quienes componen el gobierno provincial.
Un aspecto que merece atención es la ausencia de un reclamo firme y constante ante el gobierno nacional por parte del Gobernador Zdero respecto a los recursos y subsidios que, bajo la gestión de Javier Milei, se han visto drásticamente reducidos en Chaco. Los recursos que hoy escacean son en parte los que se sacrificaron a cambio de una promesa vacía. En este sentido, resulta evidente que la estrategia adoptada no ha sido más que una negociación que dejó a la provincia en una situación más vulnerable, y la crítica no se hace esperar.
La situación actual en Chaco hace que sea imposible ignorar la dura realidad que viven las y los chaqueños. En estos diez meses de gestión, las condiciones de vida se han visto deterioradas de manera alarmante. Las facturas de electricidad han alcanzado incrementos del 450% en comparación con el año anterior. Por si fuera poco, se proyecta un aumento significativo en el costo del transporte público, con tarifas que podrían elevarse a 1200 pesos. Estas medidas se suman a un contexto de persecución laboral, despidos injustificados, represión de las demandas de jubilados y jubiladas, y un incremento escandaloso de la pobreza, donde tres de cada cuatro habitantes de la provincia se ven afectados.
La situación ha llegado a tal punto que muchas pequeñas y medianas empresas (pymes) se encuentran al borde de la quiebra, y la tasa de desempleo alcanza el 11%. Esta serie de indicadores no pueden ser catalogados como herencias del pasado, son, en cambio, signos claros de una gestión deficiente, de una administración que ha mostrado una alarmante falta de sensibilidad hacia las necesidades del pueblo chaqueño.
La provincia de Chaco, ya asfixiada por las políticas del gobierno, enfrenta ahora una crisis que va más allá de la mera cuestión financiera. La falta de autonomía ha conducido a una dependencia que limita las acciones que el gobierno provincial podría implementar, restringiendo severamente las políticas públicas que realmente beneficiarían a la comunidad. Así, se construye un escenario donde el endeudamiento, lejos de ser una solución, se transforma en un ciclo vicioso que profundiza aún más los problemas económicos.
Cada nuevo préstamo, en lugar de ofrecer alivio, parece ser un ancla que pesa cada vez más sobre el futuro de la provincia. Esto limita la inversión en áreas críticas como educación, salud e infraestructura, y suscita una pregunta fundamental: en este modelo de gestión, ¿dónde queda el bienestar de las y los chaqueños?
Las evidencias de esta mala gestión deben servir como un llamado a la reflexión. No se trata solamente de un análisis político, sino de un tema que afecta directamente la calidad de vida de cada habitante del Chaco. La situación actual es el resultado de decisiones que desmontan el tejido social y económico de la provincia, y a estas alturas, se requiere no solo diagnóstico, sino acción inmediata para revertir los efectos de una administración que ha demostrado ser incapaz de sostener los intereses de su población.
Es imperativo que el gobierno adopte un enfoque más proactivo, donde la búsqueda de soluciones y el bien común sean prioritarios. Las y los chaqueños merecen un liderazgo que escuche, que integre las demandas populares y que luche por un futuro más próspero y sostenible para la provincia. Sin un cambio de rumbo y la implementación de políticas efectivas, la pesadilla del deterioro continuará y el futuro de los chaqueños seguirá siendo incierto.