Mientras todas las luces de los flashes estaban puestas en el Monumental y todo lo que pasaba con Paul Mc Cartney, una arteria de Buenos Aires respiraba esa densidad que se podría comparar con los festi punks que se hacían en Cemento a principio de los 2000. Algún que otro luciendo una cresta estoica, chalecos de jean y muñequeras también. Por el Parque Los Andes, unos con remeras de Cienfuegos y otros de Pez comparten unas cervezas como hinchadas amigas de fútbol. Son postales que se pueden ver en muy pocos lugares y a cierta hora de la ciudad, por eso hay que estar atentos, porque cuando suceden, suelen ser mágicas, vaticinan que algo está por pasar, y algo pasó en el CC Art Media, ese gigantesco galpón de Chacarita
La jornada abrió con el rockabilly de Semilla de Maldad y el pop punk de la joven Nikko, dos propuestas más que interesantes de lo nuevo del Rock Alternativo local.
A las 20.20 largó Fantasmagoria con sus clásicos “Caballos Negros Atraviesan la Noche”, “Las Cosas de Verdad” y el festejado “Yo Nunca Tengo Razón”, una declaración de principios transformada en un himno para sus fans. Si tenemos que pensar en bandas argentinas de los últimos 25 años que tengan un sonido propio, no podemos olvidarnos de la banda de Gori (ex Fun People), que hace unos cuantos años irrumpió con una propuesta mucho más fresca que todo lo que se ha escuchado en mucho tiempo. Tener una guitarra criolla en vez de una eléctrica parece ser el gancho que los hace sonar originales, aunque sus melodías sean tan monótonas a tal punto de dejarte hipnotizado. Gran show de este cuarteto que completan Mariano Acosta en Teclados, Agustín Rocino en Batería y Nicolas Molina en Bajo. El show terminó con “El Rio”, “A Veces” y “Gori Llamando a Rio”.
Entre que terminaba una banda y empezaba a armar otra sobre el escenario, la gente se paseaba por los distintos stands de la feria que ofrecía merchandising oficial de las bandas y comida, todo a precios razonables (punto para destacar).
Dum Chica fue la siguiente banda, un power trio que nació como dúo en la pandemia conformado por Lucila Storino, Juana Ines Gallardo y Rama Pampín. Tienen un estilo sonoro que coquetea entre lo garage y lo stoner. Fórmula parecida a Fantasmagoria: no tienen guitarra eléctrica, si no que el bajo y la batería son los principales protagonistas de este trío joven que pareciera ir por el otro lado por el que están yendo los jóvenes ahora y siguen apostando por la distorsión. La banda suena potente, aunque el sonido les jugó una mala pasada y tuvieron que acortar su lista de temas. Se despidieron entre pedidos de disculpas y aplausos. Pueden escuchar su disco “Super Ultra Premium” en todas las plataformas digitales.
Otro momento para comprar algo para tomar o para comer y recargar energías, el break entre banda y banda te daba tiempo para lo justo y necesario, la noche era larga y el festival estaba llegando recién a la mitad.
Al rato, de la nada, se empezó a escuchar la melodía de “Espadas y Serpientes”: era Lucho al A77aque que arrancaba su set list dedicado claramente a Attaque 77. Momento para que todos los fanáticos del punk vuelvan a la primera parte de la juventud, allá por los ‘90 donde nuestro país era un caldo de cultivo para las voces contestatarias que solo querían despertarnos de la siesta.
El Strummer Fest lo organiza el bar homónimo, propiedad de Lucho Scaligione y Leo De Cecco (ex Attaque 77), junto a Sergio Rotman (ex Fabulosos Cadillacs y actual Cienfuegos).
Scaglione, líder de este proyecto, se encargó de la organización del evento. Los clásicos (y no tan clásicos) de una de las bandas más populares de nuestro punk eran coreadas una atrás de otra por la gente y también se podía escuchar tímidamente, el clásico “Soy de Attaque, es un sentimiento, no puedo parar…”, para que, en una de esas, en esta época de rumores y reuniones, Lucho tenga alguna noticia para dar, pero no, no pasó nada y todo continuó con normalidad. Entre tanto pogo y ruido, también hubo un momento para llamar a la reflexión y Lucho haga catarsis para que los políticos y empresarios de turno para “que se dejen de joder con este país y la concha de su madre”.
“Tres Pájaros Negros”, “El Jorobadito”, “Ska del Exodo”, el cóver de Sandro “Dame Fuego” y el clásico “Donde las Aguilas se Atreven” marcaban el cierre de un revival noventoso que sigue sonando actual y fiel a lo que fue Attaque 77.
Pez irrumpió en el escenario con Ariel Minimal explicando que estaba disfónico y que iban a tratar de dar lo mejor que puedan. El show arrancó con “Fuerza”, literal, es un tema de los clásicos de la banda que se encuentra en su segundo disco “Quemado”. El poderoso “Os Garcas” y “De Como el Hombre Perdió”, hacían levantar los puños en alto al ejército de Pez que se agolpaba contra las vallas para cantar un poco más fuerte de lo normal para hacerle el aguante a su cantante, que hacía un esfuerzo sobrenatural para llegar a los tonos de voz establecidos.
La banda se encargó de fragmentar su show por épocas. “Os Garcas” y “De Como el Hombre Perdió” forman parte de la etapa más metalera. Después toco el turno de los clásicos de finales de los 90 como “Ahogarme”, “El Desengaño” y “La Gota”. Alguien del público gritó “Flecha a tu corazón”, “Vamos con ese”, obedeció Minimal y así fue. Un set list demoledor que, por momentos, hizo olvidar a la gente que el cantante no tenía voz y se entregó al Rock’N Roll por completo. También sonó el desempolvado “Campos de Inconciencia”, “Haciendo Real el Sueño Imposible”, “Lo que se ve no es lo Real” el final con “Desde el Viento en la Montaña…”. Despedida y ovación para el Pez, que por la boca no muere.
Después del show de Pez cambió el panorama. El ejército de punks que merodeaba el Parque Los Andes hace algunas horas empezaba a tomar posición de ataque cerca del escenario y el complejo estaba completamente lleno. Era la tercera vez, desde su separación en 2007, que la banda de Sergio Rotman se volvía a juntar.
Cada vez que vuelve Cienfuegos, Sergio Rotman se encarga de aclarar que no vuelven ni por amor ni por nostalgia, si no por la imposibilidad de negarse a hacer un show con tanta demanda de entradas. En 2019 volvieron con dos shows repletos en Groove, repitieron en 2022 y mucha gente se quedó afuera. Este sábado llenaron un lugar más grande, alimentando el extraño fenómeno que sucede con esta banda, que lleva mucha más gente después de separarse que cuando estaba en plena actividad y no llegaba a llenar el Salón Pueyrredón, templo porteño del Punk donde no entran más de 500 personas. El hecho de que los discos hayan sido subidos a las plataformas digitales quizás lo explique todo.
La lista de temas arrancó con la clásica intro grabada que es la danza africana que abre el disco “Hacia el Cosmos”. Pegado se vino la intro (ya tocada en vivo) de “En Invierno”. “Querés saber lo que es estar Muerto”, “Soñar, Soñar” y “Te Fuiste” se sucedían en una secuencia que era una patada en la cabeza tras otra.
Sergio Rotman se ha encargado de aclarar lo mal que se lleva con los demás integrantes de Cienfuegos, y eso se pudo apreciar arriba del escenario. Se nota que tienen mucho menos feeling entre ellos que antes, pero quizás esa incomodidad hace que la banda potencie su mística y el odio salga para afuera en forma de descargo.
“Vamos a tocar el primer tema que hicimos en un ensayo de Cienfuegos”, dijo Rotman para darle pie al cover de David Bowie “Moonage Daydream”, en una versión que siempre sonó igual (o mejor) que la original. Después de “Hacia el Cosmos” Rotman preguntó “Alguien tiene una pregunta?” para jugar un poco con el público. Momento de presentación para Gigio González, el último guitarrista que se sumó a la banda, que tuvo su momento para cantar “Celoso” y “Malambo y el Fantasma”. El bajista Hernán Bazzano hizo lo propio con “La Colina” y “Deja que te Diga”. “Ahora ustedes van a decir el nombre del tema que viene” pidió Rotman y dispararon con “El Secreto de tu Nombre”, tema dedicado a Midnerely Acevedo (Mimi Maura), su ex compañera de vida y banda.
Ya no se sabía si el show estaba promediando o llegando al final con “Desierto”, “La Colina” y “Para mí que no Estas Bien”, que decoraban los pogos y mosh que se armaban entre la gente. El macabro tema “NS/NC” que exorcizaba a propios y ajenos y la ambivalencia narrativa de “La Eternidad” hacían que Rotman se desprenda la camisa y se enloquezca consolidándose como frontman. Estas eran las ultimas postales de un festival que se estaba despidiendo.
Presentación de la banda y palabras de agradecimiento de Rotman para la gente y sus socios del bar Strummer, fingiendo una falsa despedida. Cuando empezaban los bises hubo un momento de preocupación cuando se llevaban en camilla a un joven desmayado que rápidamente fue trasladado al Hospital por un golpe en la cabeza, pero solo se trató de un susto, mientras paradójicamente la banda tocaba “La Vida Dura Solo un Segundo”. El final fue ideal, con la versión demoledora de “Love Will Tear us Apart”, el himno a la contradicción de Joy Division. Final feliz (si se puede decir así cuando se trata de Cienfuegos) y post festival, mucha gente se quedó disfrutando del Set de DJ’s “Uno x Uno”, haciendo bailar a los que todavía tenían un resto de energía.
La contracara de todo este festival estaba en Núñez, Paul Mc Cartney, pero el barrio de la Chacarita, con su mística porteña y lúgubre, construía su propia Fantasmagoria, su propia realidad paralela, que no existe mmás como Cienfuegos.