Familiares y amigos ingresaron a Gran Hermano 2023 no simplemente para acompañar a los participantes del reality show, como sucedió la temporada pasada, sino para convertirse en jugadores. En una gala a pura emoción fueron entrando uno por uno los seres queridos de los concursantes y el primero en hacerlo fue Facundo, amigo íntimo de Martín Ku, que fue el encargado de darles el primer impacto a los jugadores.
Santiago del Moro recibió al joven, que llegó todo vestido de negro y con un look muy canchero, y lo primero que le pidió fue que al entrar no mencione una sola palabra en español para generarles aun más desconcierto a los concursantes. “Estoy súper nervioso y recontento, obvio”, aseguró, mientras el conductor le daba los pasos a seguir.
“Primero vas contener a tu amigo, que no va a estar en la casa porque le vamos a decir que vaya al confesionario. No podés romper el aislamiento. Además, vos vas a tener que entrar hablando en chino. Divertite. Pero solo por ese momento, después no, porque vamos a estar evaluando que estás diciendo para que no rompas ninguna regla”, le dijo Santiago.
Tal como lo prometió y haciendo gala de un gran histrionismo, el muchacho apenas abrió las puertas de la casa comenzó a expresar todo lo que sentía en ese momento en chino mandarín. En ese momento, las reacciones de los participantes fueron muy diversas.
¿El gran detalle mientras Facu ingresaba a GH? Martín había sido llevado al confesionario para hablar sobre su relación con Arturo, mientras afuera sus compañeros intentaban descifrar qué era lo que sucedía. “¿Es un intercambio con otro programa?”, lanzó Zoe, que más tarde recibiría a su mamá, barajando la posibilidad de que el sea concursante de una edición de otro país del ciclo. “¿Es la mamá del Chino?”, “no habla español”, comentaron Furia y Florencia al verlo de lejos, confundiéndola con la madre de él.
Sin embargo, no tardaron en darse cuenta en qué era lo que iba pasar. “¡Es Facu, el amigo del Chino!”, comentaron, unos minutos después Juliana, Bautista y Nicolás, mientras él seguía en su papel, fingiendo que no podía comunicarse con ellos, mientras él seguía expresándose en el idioma más hablado del mundo. “Tiene toda la onda”, “es refachero”, “esto es una joda”, repetían, desconcertados.
Cuando Martín salió del confesionario, corrió a abrazarlo. “¡La conch… de la lora!”, soltó finalmente, mientras todo era gritos y felicidad. “¿Qué hacés acá? ¡Que bueno que hayas entrado”, lanzó, mientras levantaba a su amigo en el aire y hasta amenazaban con darse un beso en plena celebración de su encuentro. Así como él, fueron teniendo su turno los seres queridos de todos los que siguen en el juego.