El 29 de junio de 2010, Viviana Haeger le preparó el desayuno a sus hijas como todas las mañanas, mientras que su marido, Jaime Anguita, fue el encargado de llevar a ambas a la escuela. El padre y las nenas salieron hacia el Colegio Alemán a las 7:45, sin saber que esa sería la última vez que verían a su madre con vida.
Con el correr de las horas, la familia se dio cuenta de que la mujer había desaparecido sin dejar rastro, su auto seguía estacionado en la casa con las llaves en el interior y sus pertenencias estaban tiradas sobre la cama. Ante la sospecha, hicieron la denuncia a la Policía y se inició una intensa búsqueda por toda la ciudad de Puerto Varas.
En un principio, se creyó que había sido un secuestro extorsivo y la lupa de los investigadores se posó sobre una lista de sospechosos. Sin embargo, transcurridos 42 días desde la desaparición de Viviana, su esposo alertó que había encontrado su cuerpo en el techo de su propia casa luego de haber sentido “mal olor”.
La investigación estuvo atravesada por varias autopsias, pruebas poco contundentes y una sentencia que causó controversia en Chile. Hoy, el único condenado por el crimen de Viviana Haeger se encuentra en libertad.
El caso Haeger
En 2010, Viviana Haeger tenía 42 años, era contadora y vivía en la ciudad de Puerto Varas, ubicada en la región de Los Lagos, en Chile. Era madre de dos hijas de 8 y 14 años, Vivian y Susan, y estaba casada con un ingeniero, Jaime Anguita (52).
El día de la desaparición de la mujer, su marido recibió una llamada telefónica en la que le decían que ella había sido secuestrada. Al creer que se trataba de una estafa, ignoró a la persona y cortó. Esa misma mañana, el hombre había acordado con su mujer que ella iba a pasar a buscar a su hija mayor a la escuela, algo que no sucedió.
Fue así cómo Vivian decidió volver sola del colegio porque su madre no había llegado a la hora que habían acordado. Al entrar a su casa, se dio cuenta de que la puerta trasera estaba abierta y que la habitación de Haeger estaba totalmente revuelta. Este escenario le llamó la atención y decidió avisarle a su padre, quien finalmente denunció el hecho a la Policía.
Días más tarde, Carabineros y la Policía de Investigaciones (PDI) comenzaron a encarar el caso con la hipótesis más fuerte hasta ese momento, que era la del secuestro. Sin embargo, no descartaban ninguna teoría.
La familia de Viviana inició una búsqueda por toda la ciudad e incluso Anguita ofreció una recompensa de 5 millones de pesos chilenos a cualquier persona que otorgara información del paradero de la mujer desaparecida. Por su parte, los oficiales rastrillaron la casa de la familia Haeger en varias ocasiones y la Justicia ordenó que se investigaran los movimientos bancarios de la mujer.
Pese a los esfuerzos de los investigadores, el 10 de agosto -exactamente 42 días después de la denuncia- un macabro hallazgo le puso fin a la incansable búsqueda. Viviana fue encontrada muerta en el techo de su propia casa, estaba tirada en el piso y en posición fetal. El aviso lo realizó su marido, quien a través de un llamado a la Brigada de Homicidios de la PDI detalló que la mujer estaba en el entretecho del segundo piso, en la zona del dormitorio matrimonial.
La conmoción se produjo debido a que los policías habían pasado tres semanas inspeccionando la casa, pero nunca advirtieron el “mal olor” que Anguita dijo que se sentía en el lugar. Ese fue el indicio que lo llevó a hacer el escalofriante descubrimiento.
Dos días más tarde, los forenses descartaron la participación de terceros en la muerte de la contadora de 42 años. Las causas del deceso fueron un misterio hasta cuatro meses más tarde, cuando el Servicio Médico Legal de Puerto Varas entregó un nuevo informe en el que se indicaba que Haeger había muerto por una intoxicación por herbicida.
Para ese entonces, la familia de la víctima ya había hecho saber sus sospechas. La madre de Viviana, Delia Massé, apuntó directamente contra su yerno. “Llevaban 18 años casados y él la humillaba en todo momento. Además, tenía una vida paralela, con otra familia”, sostuvo, según los medios locales.
En febrero de 2012, la fiscalía logró que se emita la orden de realizar una tercera autopsia al cuerpo de Haeger, la cual se llevó a cabo por profesionales de la ciudad de Santiago de Chile. Los resultados indicaban que por unas marcas que encontraron en sus muñecas, podría haber existido la intervención de un tercero en el crimen.
El caso continuó sin novedades hasta el 2015, cuando José Pérez Mancilla, un empleado de la empresa constructora en la que Jaime Anguita trabajaba, confesó haber matado a la mujer y haber dejado el cadáver en el entretecho de su casa. Pero eso no fue todo, ya que si bien se adjudicó la autoría del homicidio, afirmó que fue Anguita quien le habría pedido cometerlo.
En la noche del 8 de diciembre, el esposo de Viviana fue detenido por oficiales de la PDI y estuvo en prisión preventiva hasta el 28 de septiembre de 2017, fecha en la que el Tribunal Oral en lo Penal de Puerto Montt dictó la sentencia.
La fiscalía había pedido la cadena perpetua para Anguita por ser el autor intelectual del asesinato de su esposa y por parricidio. Pese a ello, la Justicia lo absolvió de las acusaciones y se ordenó su libertad inmediata por la falta de pruebas que lo incriminaran.
Por su parte, Pérez Mancilla fue declarado culpable el 16 de octubre de ese mismo año y se lo condenó a diez años de cárcel por el cargo de robo con homicidio, aunque se le descontaron los dos años que había estado bajo prisión preventiva. El homicida pasó ocho años tras las rejas, hasta que el 13 de abril de 2023, después de presentar una solicitud ante la Corte de Apelaciones de Valdivia, se le concedió la libertad condicional por buena conducta.