A 46 años de los hechos y a una década de la declaración de la Masacre del Pabellón Séptimo como delito de lesa humanidad, comenzó ayer en el Tribunal Oral Federal 5 el juicio oral y público contra los tres guardiacárceles imputados por tormentos seguidos de muerte a 65 presos y las graves heridas de otros 88. Los hechos, que constituyen la mayor matanza carcelaria de la historia argentina, ocurrieron tras la represión y el incendio de ese sector de la cárcel de Devoto en 1978, y hasta ahora permanecían impunes. En la primera audiencia del proceso que se desarrolla en el Salón de Usos Múltiples de los tribunales federales de Retiro, fueron leídas las solicitudes de elevación a juicio de la querella y de la fiscalía.
“Uno de los momentos más emotivos del debate fue la lectura de los nombres de las víctimas. Es la primera vez que sus nombres son mencionados en una instancia judicial. La primera audiencia fue, sin dudas, el comienzo de una reparación esperada por sobrevivientes y víctimas”, sintetizó para Página12 la abogada Natalia Dalessandro, querellante junto a Claudia Cesaroni, del Cepoc (Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humanos). Entre el público, familiares de los internos asesinados y sobrevivientes escucharon la lectura. “Fue muy importante exponer nuestra manera de contar este caso, que es la historia de cómo el Servicio Penitenciario se subordina y se transforma en parte del terrorismo de Estado”, apuntó Cesaroni. Ella, autora del libro Masacre en el Pabellón Séptimo, se sintió movilizada cuando conoció a uno de los sobrevivientes, Hugo Cardozo.
Según la acusación fiscal, en el pabellón séptimo de la Unidad Penitenciaria 2 de Devoto, entre el 13 y el 14 de marzo de 1978 se produjo un incendio a partir de la represión desplegada por una requisa y la resistencia los detenidos. “Esa circunstancia en lugar de disponer la dirección de los esfuerzos del Servicio Penitenciario hacia el auxilio de las personas encerradas profundizó el ataque y la represión que finalmente devino en la muerte de 65 víctimas y los graves sufrimientos físicos de otras 88”, señala la acusación. El TOF 5 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, integrado por Nicolás Toselli, Adriana Palliotti y Daniel Obligado, con la participación del fiscal general Abel Córdoba y las auxiliares María Laura Grigera y Viviana Sánchez, comenzó ayer a juzgar al ex director del Instituto de Detención de Devoto, Juan Carlos Ruiz (que asistió por Zoom); al ex jefe de la división Seguridad Interna, Horacio Martín Galíndez; y al ex celador de ese área, Gregorio Bernardo Zerda. Los asiste la defensa oficial. Entre las testigos de la masacre estuvieron las presas políticas que la dictadura tenía en Devoto.
La causa se mantuvo archivada durante más de tres décadas, después de un breve paso por la justicia ordinaria, pero se reactivó luego de que Cesaroni y su colega Denise Feldman plantearan que el caso era un crimen de lesa humanidad, y que debía ser juzgado en su propio contexto histórico, esto es el genocidio perpetrado por la dictadura cívico-militar. Finalmente, en agosto de 2014 la sala I de la Cámara Federal reconoció la competencia federal.
“Pasaron diez años desde que logramos que la masacre sea declarada delito de lesa humanidad, acompañando la lucha de sobrevivientes y familiares, así que fue muy importante y conmovedor para nosotras como abogadas poder expresar ante el Tribunal Oral nuestros argumentos, y sostener este hecho debe ser juzgado como lo que es, un delito de lesa humanidad”, explicó Dalessandro, ex directora de Violencia Institucional del ministerio de Justicia y Derechos Humanos. “A lo largo de las audiencias vamos a ir conociendo más detalles, vamos a poder delimitar responsabilidades y esperamos la condena de los penitenciarios imputados. Es un camino que recién comienza, nos costó mucho llegar hasta acá y esperamos estar a la altura de la responsabilidad de representar a sobrevivientes y víctimas”, agregó.
¿Qué pasó en el Pabellón Séptimo?
En plena dictadura genocida, en la noche del 13 de marzo de 1978 hubo una discusión entre un celador y un interno en el pabellón séptimo de la cárcel de Devoto por el horario en que debían apagar el televisor. La orden no fue acatada y en la madrugada, cuatro oficiales fueron a buscar al preso, pero no lograron sacarlo porque sus compañeros lo protegieron. Sabían que a esa hora sólo lo buscaban para golpearlo. A la mañana, unos 70 agentes penitenciarios, ingresaron a ese sector a los gritos y a los golpes contra los detenidos, en una represión salvaje. Ante el intento de resistencia de los presos, los guardias retrocedieron, bloquearon las rejas con candados y comenzaron a arrojar desde afuera gases lacrimógenos y a ametrallar a los internos. En medio de la desesperación, algunos intentaron tapar la visión de los guardias con las camas, por lo cual colchones y mantas empezaron a prenderse fuego. El humo tóximo invadió todo el pabellón. Quienes lograron trepar a los ventanales fueron tiroteados por los carceleros. Una vez apagado el fuego, los sobrevivientes fueron llevados al calabozo de encierro del pabellón uno, mientras los golpeaban por los pasillos.
Al principio esta masacre fue conocida como el “Motín de los colchones” y fue inmortalizado en una canción del Indio Solari.
Fuente: Página/12